Hacia 1999 le comenté a mi padre, José Medardo Córdova Rojas, que estaba elaborando el árbol genealógico de la familia de mi hijo Alan Mattew Haugen. Él, con mucha tristeza, me dijo que le hubiera gustado hacer el suyo, partiendo de su abuelo José Francisco Córdoba Infante y saber quiénes fueron sus padres, pues solo sabía que eran originarios de España.
Como podrán darse cuenta he escrito Córdoba con “b” y no con “v”, porque según mi padre, el apellido de su abuelo se escribía así. Luego de este episodio, le prometí hacer todo lo posible por buscar información sobre mis bisabuelos.
Pasaron tres años y mi padre me visitó en Colorado Springs, lugar donde resido. Fueron días hermosos, al caer la tarde nos sentábamos en la sala y él empezaba a contar historias sobre su padre: José Leonor y sobre sus tíos Pedro, Delfina, Pancho, Roberto, José y Catalina Córdova Rey. Mientras narraba, yo trataba de anotar, lo más fielmente que podía, los recuerdos de mi padre. Ahora que él no está, entiendo claramente lo que significa la expresión de Zola, el gran escritor, cuando señalaba “felices aquellos que tienen recuerdos”[1]. Mi padre estaba confiándome lo que había guardado en la memoria toda su vida.
Supe por él, que al abuelo José Leonor y a sus hermanos, les gustaba tomar mucho aguardiente, cantar San Juanitos (música del Ecuador) y que se dedicaban a la cría de ganado. Con los años el abuelo José Leonor llegó a ser administrador de una hacienda ubicada en Catacaos y además, hacía las veces de maestro de los hijos del hacendado (lamentablemente no anoté el nombre de la hacienda).
Con el paso del tiempo compró una chacra en Querecotillo y como la abuela, Sara Rojas Peña había muerto, se juntó con una señora llamada Mica, quien tenía un hijo llamado Máximo. Estas charlas con mi padre me dejaron el deseo de conocer más sobre nuestros orígenes; quedaba pendiente cumplir con el ofrecimiento que le hice a mi padre.
Desde el año 2000 mi hermano Marco soñaba con hacer una reunión con todos los descendientes de nuestro abuelo Leonor Córdova Rey, Estas son las palabras que él escribió hace mucho tiempo: “Un día de estos, en uno de estos años, sería bonito una reunión familiar para así fortalecer a este gran árbol que es la familia Córdova Rojas, que ahora dispersos por el mundo andamos rodando como las hojas arrastradas por el viento, creo que ya es hora de saborear los frutos; claro está, para el que quiera participar voluntariamente”. Yo solo lo escuchaba, consideraba que no era el momento oportuno, estábamos desconectados de muchos de nuestros familiares y además no contábamos con las redes sociales de hoy.
El tiempo fue pasando y un buen día me di cuenta que tenía la mayor parte de los correos electrónicos de la familia, había hablado con la mayoría por teléfono o entablado comunicación mediante el facebook; parecía que el tiempo para convocar a una reunión familiar -que incluyera no solo a los descendientes de José Leonor sino además a los de sus hermanos Pedro, Catalina, Delfina, Roberto y Francisco Córdova Rey- había llegado.
Para el 2008 me había conectado ya con los familiares más cercanos, aquellos con los que compartí desde la niñez; luego fui buscando a los que no veía hacia muchísimos años, y me pareció interesante buscar a otros parientes para conocernos. En el 2011 ya estaban ubicados casi el 90% de los descendientes de mi abuelo José Leonor Córdova Rey, y cada vez que veía a mi hermano Marco él siempre me animaba a convocar a una reunión.
A pesar de todo lo avanzado ésta me seguía pareciendo imposible. Necesitaba un empuje, y éste vino de uno de mis jóvenes sobrinos: Beto Cárdenas Córdova - a quien todavía no conozco personalmente- en sus comentarios en facebook él mencionó en varias ocasiones la idea de una reunión familiar. Si faltaba un impulso llegó por allí, fue así que mis hermanas me sugirieron que era la oportunidad de encontrarnos en una reunión con todos los que estuviéramos deseosos de conocernos.
El deseo de mi padre de conocer sobre sus orígenes fue superado, la idea inicial se concretó en un reto aún más complejo: reunir a los descendientes de los siete hermanos Córdova Rey. Había surgido la tarea de concretar el “Cordovazo”.
[1] Emile Zola, escritor
francés del siglo IXX, famoso por su obra Yo acuso, tuvo un papel muy
relevante en el caso Dreyfus que le costó el exilio. La cita ha sido
tomada de la carta escrita a Cèzanne, pintor impresionista y gran amigo de Zola
Juana Córdova Camacho
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